El vanguardismo o avant-garde, como prefiráis, representa un empuje de los límites de lo que se acepta como la norma o statu quo, sobre todo en el ámbito cultural. Una libertad de expresión que se muestra alterando en plan bestia la estructura de las obras y en ocasiones tocando temas tabú.
En la década de 1960, el ex presidente yugoslavo Josip Broz “Tito” encargó una colección de monumentos como homenaje a la segunda guerra mundial.
Las estructuras fueron diseñadas para personificar la fuerza, la lealtad y la confianza de la República socialista del momento. Aunque durante mucho tiempo han sido abandonados, sus significados simbólicos se encuentran dentro de esta arquitectura tan futurista.
Los responsables de esta belleza e innovación de edificios fueron los escultores Jordan e Iskra Grabul, Vojin Bakić, Dušan Džamonja, Miodrag Živković y sus arquitectos Bogdan Bogdanović y Gradimir Medaković.