El fotógrafo neoyorkino William Miller nos trae su pequeña colección de polaroids caducadas. Imágenes de una belleza ambigua, moviéndose entre el desastre, el fracaso y la fusión de colores y texturas que presentan estas instantáneas. Parecen paisajes pintados a acuarela, como si de un pintor de renombre se tratase.
Es hora de rebuscar en ese armario olvidado la polaroid de tus padres y coger esas películas caducadas. Lo caduco sigue siendo bello.