El fotógrafo brasileño Sebastião Salgado es de sobra conocido. Nació en el pequeño municipio de Aimorés en el año 1944, y pronto se convirtió en uno de los fotógrafos más comprometidos con los temas sociales, siendo uno de los primeros en documentar el tercer mundo y en poner nombre y caras a ciertos lugares y personas que parecían no existir para la sociedad. Lo que está claro es que su trabajo (a veces criticado) no ha dejado indiferente a nadie, y a día de hoy es uno de los mejores foto periodistas de la historia, además de ser uno de los primeros en colaborar con ONG´s y multitud de asociaciones de ayuda al tercer mundo. Por todo esto y mucho más recibió en 1998 el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y en el 2001 fue nominado representante especial de UNICEF.
Sebastião comenzó como trabajador en la administración de la OIC (Organización Internacional del Café) pero en 1973 abandonó su trabajo para dedicarse a la fotografía, un mundo nuevo para él, y que aprendió de manera autodidacta. Tras años de experimentación, logró trabajar para la agencia Gamma con sede en París, para finalmente unirse a la agencia Magnum en el año 1979. Después de 14 años trabajando para Magnum decide formar su propia agencia, y en 1994 nace Amazonas Images, agencia donde destaca su obra y donde documenta el trabajo de todas las personas que viven en situaciones de extrema pobreza.
En la introducción de su libro “Éxodos” dice: “Más que nunca, siento que solo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, de lenguaje, de cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos.” En el año 2000, periodistas del New York Times y la escritora Susan Sontag criticaron sus fotografías, acusándolo de utilizar de manera cínica y comercial la miseria humana, de exponer de manera bella las situaciones dramáticas corriendo el riesgo de hacer perder su autenticidad. No cabe duda que su obra es increíble, y que sea presentada en blanco y negro ayuda a reforzar la fuerza de la misma.